"Las bodegas están llenas, pero también las cajas registradoras": las razones del enfado en la industria del champán y el coñac

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El brutal anuncio, vía vídeo, de 1.200 supresiones de empleos en la división de vinos y licores de LVMH sonó como una sentencia de muerte para los empleados, pero también como el pistoletazo de salida para un colapso social en el sector, temen los sindicatos.
Un gran jefe no asciende a su director financiero de veintidós años para dirigir una sucursal entera de una empresa multinacional sin tener una idea en mente. Más aún si añade a su propio hijo. Detrás de esto hay reorganización y reestructuración en el aire. Y empleos en juego.
En febrero, Bernard Arnault nombró a Jean-Jacques Guiony y Alexandre Arnault responsables de la rama de vinos y espirituosos champán (Moët et Chandon, Dom Pérignon, Ruinart, Veuve Cliquot, Krug, Mercier, etc.) y coñac (Hennessy) del grupo, lo que da las letras M (Moët) y H (Hennessy) a LVMH. "Démosles dos años para que demuestren lo que pueden hacer", dijo el patriarca al asumir el cargo. Desafortunadamente, los empleados no tuvieron que esperar mucho para descubrir su primera decisión.
En un vídeo titulado “Nuestros líderes comparten su visión estratégica para Moët Hennessy”, recibido a media tarde del 30 de abril, los 9.400 empleados del grupo se enteraron de que esta nueva dirección eliminaría más del 10% de la plantilla. "En el vídeo, Jean-Jacques Guiony y Alexandre Arnault hablan en inglés", explica Alexandre Rigaud, representante de la CGT en Moët et Chandon. Alrededor del minuto 13, mencionaron su objetivo de alcanzar una plantilla máxima de 8.200 empleados, por lo que...
L'Humanité